miércoles, 9 de diciembre de 2009

045 / La visión de Isadora

"Hay documentos en que ambas bellezas aparecen fijadas en un estado perfecto (la belleza de la forma humana y la belleza ideal del movimiento): se trata de los vasos griegos conservados en los museos.
En las miles y miles de figuras que he estudiado en estos vasos, siempre he encontrado como punto de partida una línea ondulante. Todos los movimientos, incluso en reposo, contienen la cualidad de la fecundidad, poseen el poder de engendrar otro movimiento.

[...] hay en este moviento una dimensión eterna, que sigue la línea ondulada de las grandes fuerzas de la naturaleza, en que yo he basado todos los movimientos de mi danza.

[...] Las figuras más frecuentemente repetidas en las danzas báquicas tienen la cabeza girada hacia atrás.

En este movimiento se siente de forma inmediata en todo el cuerpo el furor báquico. El motivo que subyace a este gesto es completamente natural. Los animales, en movimiento báquico, giran la cabeza hacia atrás: en los países tropicales, por la noche, los elefantes vuelven sus cabezas; los perros ladran a la luna, los leones, los tigres. Es el movimiento dionisíaco universal. Las olas del océano forman esta línea bajo la tormenta, los árboles durante la tempestad."

Isadora Duncan, "Terpsícore" París, 1909
en "El arte de la danza", Akal. Barcelona, 2008, pág. 95
Grabado de Mijail Dobrov

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